Con la comida, no solo nos alimentamos sino que también, tapamos. Tapamos mucho: emociones, sentimientos… lo que sea que esté ahí en nuestro interior y que no podemos / queremos enfrentar o gestionar. Es difícil, siempre lo es y con la comida, sobre todo con los caprichos, tenemos una droga muy potente y permitida que nos ayuda a evadirnos.
Si, porque la comida puede convertirse en una droga que necesitemos para no sentir, para no atender a lo que nos llama desde dentro y adormecernos de tal manera que seguimos adelante… tapando.
Tapar emociones, evadirnos de alguna realidad, descomprimir el estrés, procrastinar, saciarnos de falso amor… Todo esto y mucho más es lo que nos permite hacer la comida y además, sin que estemos «mal vistos» o nos tengamos que preocupar como si utilizásemos otra droga prohibida. Pero la realidad es que comer de forma poco saludable o utilizar los alimentos como un sucedáneo del trabajo emocional que necesitamos emprender, puede ser un problema real que en algún momento, tendremos que atajar. No llegar al extremo es fundamental para dar con la solución en el momento adecuado. Comenzar el camino de transformación está en nuestra mano incluyendo prácticas saludables día a día.
Sobre esto, sobre la comida como droga emocional, he estado hablando con los amigos de Mindalia Televisión. Ha sido como siempre un placer colaborar con ellos y una fantástica experiencia. Espero que os guste y os inspire.