5 consejos para empezar a amar tu cuerpo

Hoy quiero hablar de cómo amar tu cuerpo porque es un tema que me tocó de primera mano por mi historia personal. Seguramente ya lo sabrás si hace tiempo que me sigues, pero por si lees este artículo sin saber mucho de mi te pongo en situación.

Desde que tengo uso de razón hasta hace 5 años miraba mi cuerpo con una lupa autocrítica y autodestructiva.

No me gustaba nada, absolutamente nada, de mi cuerpo. Y si alguna vez me atrevía ni tan siquiera pensar que había algo de mi cuerpo que no era tan feo rápidamente mi ego, mi mente boicoteadora, me enviaba mensajes de rechazo hacia esa parte del cuerpo. Pensaba de mi que tenía las piernas gordas, los brazos fofos, la nariz de cerdo, las orejas demasiado pequeñas, los labios muy delgados, los ojos sin ningún color gracioso, el culo feo, los pies de garra y los pechos demasiado grandes.

Me comparaba físicamente con mi madre (a quien consideraba perfecta), con mi amiga Laura porque era delgada y preciosa, con mi amiga Montse por tener las piernas de atleta y un culo más bonito que el mío, o con las modelos que salían en las revistas juveniles o en los anuncios.

Buscaba constantemente mis fallos, mis imperfecciones y mis defectos físicos porque era la única manera que sabía usar para expresar mi falta de amor hacia mi misma. No era algo que hiciera conscientemente pero ahora lo puedo entender así. Estaba todo el día pensando en cómo perfeccionar o mejorar mi cuerpo porque realmente creía que se podía hacer y porque, además, era la forma que tenía de controlar algo de mi vida en un momento sobre todo en el que no era capaz de soportar la realidad que me rodeaba y no tenía herramientas emocionales para gestionarla.

En un momento de mi vida, a punto de cumplir los 16 años, toda esa falta de amor hacia mi y hacia mi cuerpo cobró más importancia porque estaba deprimida y con malas digestiones, de manera que me diagnosticaron anorexia nerviosa restrictiva. Y me obsesioné en no comer y en buscar la perfección de mi cuerpo con cánones de un físico cada vez más enfermo. Para mi la perfección en ese momento era la de un cuerpo prácticamente muerto. Rechazaba tener un cuerpo saludable, no quería tener la menstruación y deseaba con todas mis fuerzas pesar cada vez menos sin ningún límite. No quería seguir viviendo y mi cuerpo tenía que ser un reflejo de ese deseo.

Después de 15 años de vivir sin amar mi cuerpo, por suerte pude aprender a amarme por quien soy, no por mi físico, y así fue como también conseguí amar mi cuerpo.

Así que hoy quiero compartir contigo 5 consejos para que tu también puedas amar tu cuerpo. Ponerlos en práctica a mi me cambió la vida, y espero que tu también te pongas manos a la obra y empieces pronto a amar tu cuerpo y experimentes la gran transformación.

1. Ponerte las gafas de la curiosidad.

Se trata de que en lugar de mirarte al espejo pensando qué quieres mejorar o cambiar de tu cuerpo te pongas otro tipo de gafas para ver la realidad. Estas nuevas gafas son las de la curiosidad, que te servirán para prestar atención al discurso interno que te dices respecto a tu cuerpo sin sentirte culpable, sin criticarte y sin castigarte por pensar así. Con estas gafas te darás cuenta de lo que te dices pero al momento te dirás: «Qué curioso que piense de mi que no soy lo suficientemente alta. ¿Porqué creo que es mejor tener más centímetros de altura?» No se trata de encontrar una respuesta, sino de abrir juego a preguntas curiosas que te hagan abrir tu mente a nuevas realidades y a relativizar lo que te está ocurriendo.

2. No identificarte con tus pensamientos.

El punto anterior ya te ayudará a no quedarte atrapada en el bucle de pensamientos negativos y críticos hacia tu cuerpo. No intentes que desaparezcan esos pensamientos, simplemente obsérvalos con curiosidad y distancia sin pensar que tú eres eso. No te identifiques con tus pensamientos; son fruto del ego y la mente boicoteadora. Tu eres energía, eres amor. Tu no eres tus pensamientos aunque estos sucedan a través de ti. Meditar trata de esto: ver pasar los pensamientos como quien observa pasar un coche por la carretera. El coche acaba de pasar y se va. Los pensamientos harán lo mismo si tu no intentas subirte al coche pensado en que te pertenece.

3. Imaginarte como si fueras tu mejor amiga.

La mayoría de las críticas y palabras desagradables que te dices a ti misma no se las dirías a tu mejor amiga, ¿verdad? Pues trátate como si fueras ella, que es una persona a quien amas, le deseas lo mejor y es perfecta para ti tal y como es porque incluso con las cosas de ella que menos te gustan ya la consideras un ser completo.

4. Comer alimentos que te nutren y dan alegría.

Prestar atención a lo que comes y cómo lo comes es un punto clave también. Cuando alguien no ama su cuerpo es muy fácil que caiga en obsesiones o trastornos de la conducta alimentaria. Puedes obsesionarte con no comer alimentos que consideras que engordan, con contar las calorías de todo lo que comes, con pesarte cada día o con incluso dejar de comer alimentos que te gustan mucho como el chocolate o los helados porque los ves como los enemigos cuando se quiere alcanzar un cuerpo perfecto. Este tipo de enfoque hacia tu cuerpo es desde el miedo, no desde el amor. Yo te propongo que en lugar de pensar en los alimentos como malos o prohibidos pienses en los alimentos como que te pueden dar o quitar salud y alegría. Los alimentos que te nutren y te ayudan a amar tu cuerpo son las verduras, la fruta, los cereales integrales, las legumbres, las semillas, los frutos secos e incluso el cacao puro de calidad.

5. Entender que el cuerpo está a tu servicio para un propósito mucho más elevado.

El cuerpo físico no es nada sin el cuerpo emocional, el mental y el espiritual. Dar sólo importancia a una talla de cuerpo, a un número en la báscula o a unas medidas es reducir nuestro propósito de una manera sinsentido. Se te ha dado un cuerpo determinado para cumplir con un propósito mucho más elevado. Incluso el sobrepeso en un momento dado está allí con alguna finalidad mucho más grande. Conecta con tu propósito y pon tu cuerpo a su servicio optimizándolo desde el amor. ¿Se te ha dado un cuerpo más atlético porque eres una persona emprendedora y arriesgada? ¿Se te ha dado un cuerpo con desajustes digestivos porque en tu propósito está el aprender a gestionar tus emociones?

Espero que este artículo te haya sido útil.

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Un abrazo,

Nuria

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