Adoptar hábitos saludables puede cambiar tu vida

En todo el tiempo que llevo dedicándome a acompañar a las personas en alcanzar sus objetivos de salud y alimentación no he visto ninguna recomendación más coherente, real y lógica que la siguiente: lo importante es cambiar los hábitos de vida y de salud de forma progresiva, desde dentro hacia fuera y de una manera realista que se adapte a la Bioindividualidad de cada persona, es decir, a sus necesidades únicas dependiendo del estado de salud, horarios de trabajo, condición física, etc.

La mayoría de síntomas, patologías y malestares físicos o emocionales pueden desaparecer simplemente haciendo cambios en nuestros hábitos. Te pondré dos ejemplos de clientas que he tenido que con tan sólo ir cambiando algún hábito de forma paulatina e inteligente han notado grandes resultados y han conseguido sus objetivos de salud.

Una clienta pidió hora para hacer sesiones de coaching conmigo porque comía carbohidratos y comida rápida en exceso, sobretodo bocadillos, tortas de arroz o maíz, tacos y pasta. Había empezado una empresa junto con su pareja unos meses atrás y se vio absorbida por el volumen de trabajo y la exigencia de empezar desde cero un negocio propio. Cuando le pregunté qué es lo que esperaba de mi, en qué creía que le podía ayudar, ella me dijo que esperaba que le diera recetas SEN que se ajustaran a su estilo de vida estresante. Pero la recomendación y las pautas que le di fueron otras. Incorporamos a su vida unos hábitos y una gestión del tiempo más productiva y, sobretodo, más saludables. Marcamos unos horarios de trabajo, añadimos rutinas de ejercicio físico que se ajustaban a lo que ella quería y, muy importante, recuperamos su vida social, como ver a su familia y a sus amigos. Con todos estos cambios sus niveles de estrés se redujeron y desde la calma y el amor ella podía tener la serenidad de hacerse las recetas SEN que le gustaban y más le convenían. La solución siempre ha de estar enfocada a ir a la raíz de los desajustes, no al síntoma o a la consecuencia; es decir, no hay que buscar una alimentación anti-estrés o recetas cada vez más rápidas de preparar, sino ver qué es lo que nos está causando el estrés y solucionarlo haciendo los cambios necesarios.

Otra clienta pidió hora conmigo después de que un médico le hubiese dicho que tenía el hígado inflamado y un poco de sobrepeso, debido a unos malos hábitos de alimentación que arrastraba desde hacía muchísimos años. Ella era una mujer trabajadora, estaba contenta con su vida en pareja, hacía algo de deporte y tenía una vida social activa, como a ella le gustaba. Lo que le ocurría es que con tanta diversión y placer en su vida había descuidado las rutinas y horarios saludables de desayunos, comidas y cenas. Almorzaba a menudo fuera de casa y cenaba tarde, siempre acompañándolo con alguna copa de vino. Además, comía gluten y lácteos en exceso, en todos los platos. En cuanto la conocí vi que teníamos que encontrar la manera en que ella encontrara un equilibrio entre el placer y el cuidarse, es decir, que pudiera sentir por ella misma que las dos cosas pueden ir de la mano. Empezamos a hacer cambios integrándolos de una manera muy divertida, como si fuera un experimento, y no incorporábamos ningún hábito nuevo hasta que a ella no le apetecía avanzar un poco más. Por supuesto, los nuevos hábitos que íbamos añadiendo nunca eran algo decidido unilateralmente por mi, sino que llegábamos a un entendimiento entre las dos. Poco a poco se dio cuenta que había cambiado sus desayunos por unos increíbles batidos verdes, sin ansiedad ni renunciar al placer de sabores que le gustaban; luego empezó a hacer elecciones más saludables a la hora del almuerzo –hacer dos primeros, pedir fruta de postre y comerla a media tarde- y al final ella misma, al encontrarse mucho mejor, decidió que sus reuniones con amigos por la noche las haría en restaurantes más saludables o en su casa, en poco tiempo se encontraba tan bien que se sorprendió al ver como su cuerpo rechazaba el alcohol y dejaba de tomarlo a diario simplemente porque ya no le apetecía.

En ambos casos las clientas pudieron darse cuenta cómo haciendo pequeños cambios en sus hábitos de vida y alimentación llegan a grandes resultados. La primera es hoy una mujer feliz con su trabajo, porque ha conseguido que esto no le afecte en su vida social, en su alimentación y en su condición física. La segunda es hoy una mujer saludable, con un hígado sano, y disfruta de su peso ideal sin renunciar a vivir su vida rodeada de gente.

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