Características de las dietas de moda actuales

En la actualidad conviven muchos tipos de dietas –algunas seguramente más saludables que otras- que se diferencian entre ellas en función de si incluyen o no cereales y legumbres, si las verduras se consumen crudas o cocinadas, si incluyen o excluyen proteína de origen animal o cual de ellas, etcétera. A continuación enumeramos sólo 20 de las más de 100 teorías dietéticas que existen.

Algunas dietas más habituales

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Las variaciones en las dietas

A pesar de las clasificaciones existen variaciones. Por ejemplo, una persona puede hacer una dieta macrobiótica y puntualmente comer carne o huevos o pescado ecológicos, mientras que otra persona no los coma nunca. También puede que estas mismas personas una de ellas prácticamente no coma nada de verduras crudas y la otra sí. Esto pasa con todas las dietas porque a cada persona le van bien unos alimentos, unos estilos de cocción, etcétera. Las clasificaciones son solo esto, clasificaciones. Lo importante es el autoconocimiento, escuchar el cuerpo, no compararse con nadie y seguir las necesidades propias e individuales.

Las dietas «famosas»

De estas dietas las que actualmente han adquirido más boom mediático son la vegetariana, la vegana, la flexiteriana, la crudivegana y la 80/10/10, la higienista, la paleodieta, la alcalina, la amucosa, la macrobiótica, la cetogénica, la disociada y la detox. Vamos a hablar un poco de ellas excepto de la detox, que se merece un artículo a parte.

La dieta vegetariana es aquella en la que no se consumen sobretodo alimentos de origen vegetal y se excluye cualquier tipo de carne o derivados, pescado, marisco y crustáceos. Dentro del grupo de personas vegetarianas hay aquellas que sí consumen lácteos –dieta lácteo-vegetariana-, las que consumen huevos y no lácteos –dieta ovo-vegetariana- y las que consumen ambos grupos de alimentos –dieta ovo-lácteo vegetariana-. Hay otras personas que deciden no comer ningún producto de origen animal y excluyen, a parte de la carne y derivados, pescados u otros animales del mar o del río, los lácteos y los huevos, la miel o cualquier producto que proceda de un animal. En cualquiera de estos grupos se consume por lo general mucha verdura, fruta, semillas, frutos secos, algas, cereales integrales, legumbres, productos derivados de la soja como el tofu y el tempeh, y el seitán. Una persona vegetariana o vegana que sea celíaca o intolerante al gluten, por ejemplo, no toma seitán ni cereales con gluten como el trigo, el cus cus, el bulgur, el kamut, la espelta o el centeno.

Las personas que siguen una dieta flexiteriana son normalmente un perfil de personas concienciadas con la salud, el medioambiente, los animales y la sostenibilidad que han decidido hacer un consumo más responsable de los alimentos de origen animal sin querer prescindir completamente de ellos. Consumen carne roja de forma muy esporádica, y las otras proteínas animales en ocasiones puntuales pero no como base de su alimentación. Al tomar conciencia de la salud no consumen por lo general productos procesados y refinados como el azúcar blanco y cuando tengan que escoger su comida lo harán intentando encontrar un equilibrio saludable y sostenible en el plato. En su dieta no faltan las verduras, la fruta, las semillas y las frutos secos, los cereales integrales y las legumbres.

La dieta crudivegana –también conocida por dieta cruda, o viva o raw food- es aquella que excluye cualquier alimento que no sea de origen vegetal e incluso las verduras y frutas cocinadas. Las personas que siguen esta dieta basan su alimentación en frutas y verduras crudas y ecológicas en su estado natural o deshidratados –cocinados a menos de 42º-, algas, semillas, frutos secos y germinados. Algunas personas crudiveganas consumen también cereales y legumbres germinados. Con este tipo de dieta se pretende comer los alimentos en su estado natural y ecológicos con la finalidad de mantener intactas todas sus enzimas, vitaminas y minerales, es decir, para que no pierdan ninguna de sus propiedades. Se excluyen de esta dieta todos los alimentos cocinados a más de 42º, todos los productos de origen animal, alimentos envasados y procesados, los transgénicos, el alcohol, los cereales y las legumbres cocinadas. Los postres crudiveganos sin harinas ni azúcares refinados han tenido muy buena aceptación por ser totalmente naturales, usando tan sólo fruta, fruta seca, semillas, frutos secos y verduras.

De la dieta crudivegana nació otra un poco más restrictiva, la 80/10/10, en la que se limita bastante el consumo de grasas y proteína (semillas, frutos secos, aguacate, aceitunas). Esta dieta fue publicada por el Dr. Douglas N. Graham, especialista en nutrición deportiva, en el año 2006. La base de esta alimentación es la fruta ecológica cruda, de donde sale el 80% de las calorías consumidas a lo largo del día, y el otro 20% se reparte en un 10% para la grasa y un 10% para la proteína de origen vegetal. Las personas que siguen esta teoría dietética justifican que lo que más necesita nuestro cuerpo es hidratos de carbono, procedentes de la fruta porque es un alimento natural, fácil de digerir y para el que nuestro organismo está preparado y adaptado. Un menú diario de una persona que sigue esta dieta se compone normalmente de dos o tres grandes comidas a base de fruta durante el día y una gran ensalada para cenar. Entre las personas que siguen este tipo de alimentación es común consumir batidos con 6 plátanos por ejemplo. Es importante que coman fruta en mucha cantidad para asegurarse que la ingesta de calorías al día es la adecuada, así que muchas de estas personas al principio sienten molestias en el estómago al ingerir mucha cantidad de comida rica en agua a la vez. Se trata de una alimentación muy sencilla, que por lo general no incluye cereales, legumbres, suplementos, alimentos deshidratados, zumos, condimentos excitantes ni aceites.

La dieta higienista está en la línea de la dieta crudivegana pero poniendo especial énfasis en la compatibilidad e incompatibilidad de alimentos, prohibiendo ciertas mezclas que puedan provocar malas digestiones, fermentación y putrefacción. Además, las personas que siguen esta alimentación distribuyen el consumo de los alimentos a ciertos momentos del día y en un orden determinado, tanto durante el día como en una misma comida. Otro punto muy importante en esta dieta es tener en cuenta el tiempo que ha pasado entre una ingesta de alimentos y otra dependiendo de lo que se ha comido. Por ejemplo, no tardaremos lo mismo en digerir un plato de sólo fruta que un plato donde haya verduras y semillas y, por lo tanto, el tiempo que se debe esperar entre una ingesta y la siguiente no será lo mismo en estos dos casos. Lo que diferencia principalmente en cuanto a alimentos la dieta higienista de la crudivegana es que la primera no excluye por completo la toma de alimentos de origen animal, aunque por supuesto debe seguir unas “normas higiénicas” de combinación, horario, digestión y demás. Otro aspecto muy importante para las personas que siguen esta dieta es evitar siempre la combinación de alimentos ricos en almidón (patata, pan, pasta, arroz) con los de naturaleza proteica (legumbres, pescado, huevo, carne, soja), ya que según su teoría mezclados no se digieren bien.

La dieta paleo es un tipo de alimentación basada en la que hacían nuestros antepasados en la era paleolítica, es decir, centrada en la caza, el pescado, la fruta, la verdura y los tubérculos. Este tipo de alimentación se ha puesto de moda sobretodo en dos perfiles de personas: los deportistas y aquellas que sufren alguna enfermedad autoinmune. Los primeros creen que consumiendo un alto porcentaje de proteínas de origen animal se aseguran la ingesta de aminoácidos ramificados –los llamados BCAA- que les asegura una buena recuperación muscular. El otro grupo de personas optan por esta dieta porque consideran que los granos –cereales y legumbres- y los lácteos son inadecuados para su enfermedad porque favorecen la aparición de enfermedades crónicas e inflamatorias. Por supuesto, se prescinde de todos aquellos alimentos procesados, refinados, envasados y “falsos alimentos” procedentes de la industrialización alimentaria.

La dieta alcalina[1], conocida a raíz de la publicación del libro del Dr. Robert O. Young “La milagrosa dieta del pH”, es aquella que basa su alimentación en alimentos con gran contenido en sales alcalinas, ricos en clorofila, depurativos y con alta densidad nutricional. Para seguir esta dieta hay que ingerir el 80% de alimentos alcalinizantes (sobretodo verduras de hoja verde) y un 20% de alimentos menos alcalinos pero nutricionalmente saludables, como por ejemplo las frutas, la miel, los hongos, el té verde o el cacao. Los alimentos se clasifican como alcalinizantes o acidificantes en función del efecto bioquímico que producen en el organismo. Por ejemplo, la lima y el limón tienen un sabor ácido pero el efecto que dan al organismo es muy alcalino. El resto de frutas, aunque su sabor dulce podría parecer que son alcalinas, al tener azúcar natural producen más efecto acidificante al consumirlas. Si se sigue fielmente este tipo de alimentación hay ciertos alimentos altamente acidificantes que se excluyen por completo, como los lácteos, la carne y sus derivados, el pescado, el café, el alcohol y ele azúcar refinado.

La dieta amucosa[2] fue divulgada por Arnold Ehret, un naturópata alemán que afirmaba que la dieta ideal para gozar de buena salud es aquella que consiste en el consumo de frutas y verduras de hoja verde y sin almidón vegetal. Según Ehret los alimentos con almidón forman moco y eso es la causa de los problemas de salud. Ehret era un gran estudioso y defensor del ayuno, la desintoxicación y la correcta combinación de alimentos. Actualmente se está extendiendo el Sistema de Sanación Amucosa Dieta (MDHS) en personas que desean recuperar la salud a través de la desintoxicación y alcalinización, basando su alimentación en varios tipos de frutas curdas y cocidas, verduras sin almidón, hojas verdes. En esta sistema de sanación se combinan ayunos racionales a largo y corto plazo teniendo muy en cuenta la transición a este tipo de dieta para evitar una desintoxicación demasiado rápida que podría provocar sintomatología desagradable.

La dieta macrobiótica es en realidad va mucho más allá que seguir un tipo de alimentación, es una manera de interpretar el orden del universo con la aplicación de las leyes del cambio.

Bibliografía:

[1] La milagrosa dieta del pH, Robert Young; Shelley Young. Editorial Obelisco, 2012.

[2] https://pazvegana.files.wordpress.com/2012/05/dieta-amucosa.pdf

7 comentarios

  1. Hola Nuria, que tal?Siguiendo tu libro, me gustaría hacer el chucrut pero tengo dos dudas. A ver si puedes ayudarme por favor. Cuando dejamos fermentar mínimo una semana, ¿ lo puedo dejar fermentar en el frigorífico? Porque ahora con la calefacción no sé si es bueno que fermente a temperatura ambiente. Y ¿puedo ponerle la tapa de cristal en vez de la malla? Muchas gracias.???? Besos desde Cádiz.

  2. Está claro que no existe solo una forma de hacer bien las cosas en este terreno; lo mejor es aplicar el sentido común y observarse… Algo que a veces se deriva de adscribirse a un tipo de alimentación o dieta es creerse rígidamente una reglas; esto a algunas personas no les viene bien, y les va mejor una cierta flexibilidad. Comer bien sin obsesionarse.

    Un saludo!!!

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