¿Hambre real o hambre emocional?

En nuestra cultura Occidental, lo que llamamos “hambre” (*sensación que indica necesidad de alimentos) muy a menudo es una manifestación física de una emoción que está pidiendo ser “consolada” o “silenciada”. Así, la mayoría de las veces, cuando tenemos ansiedad por comer más o tomar dulces en realidad lo que tenemos es hambre de compañía, de afecto, de tranquilidad, de relajación, de seguridad en uno mismo o de un sentido de propósito en nuestras vidas. Otras veces creemos tener una ligera sensación de hambre y en realidad estamos deshidratados.

Para discernir si tenemos hambre emocional o hambre real hemos de aprender a detenernos un momento y observar la situación de hambre que estamos sintiendo. Cuando conseguimos hacerlo, parar, observar y sentir, estamos dando un pasito más en la consciencia sobre nuestro cuerpo y a nuestro crecimiento personal. Entonces, lo que deberías hacer cuando experimentes ansiedad por la comida, es detenterte y observarla. No intentes que se vaya, pero tampoco te dejes llevar por ella. Acepta la incomodidad de la ansiedad. Puede que se vuelva más intensa o incluso dolorosa; no pasa nada. Acéptala y date cuenta de lo que ocurre. A menudo encontrarás un gran mar de emociones como miedo, ansiedad, tristeza o pena tras las ganas de comer algo. Si esperas unos 5 minutos antes de comerte ese pedacito de chocolate o de helado serás capaz de observar si realmente es lo que necesita y quiere tu cuerpo o simplemente lo estás buscando como excusa para acallar una emoción, desestresarte o premiarte por haber aguantado el tipo durante todo el día. Es un ejercicio poderoso y bastante revelador, que puede cambiar tu vida. No es nada místico, es algo tangible, y si lo comparto contigo es porque lo he experimentado en mis propia carne y sé que funciona.

A partir de ahora, practica y cuando te surja esta sensación de «hambre» que incluso ahora sabes detectar si es un poco descontrolada y tiene algo de emocional, mantén consciente tu atención en ella, y pregúntate: “¿Qué estoy sintiendo en realidad?”

Si es aburrimiento, inquietud o cualquier otra emoción, permítete sentirlo. No te quedes estancado/a con sentimientos de infelicidad o negatividad, en su lugar simplemente reconoce cuál es el verdadero sentimiento y ponle un nombre “aburrimiento”, “nerviosismo”, “intranquilidad”.

 Si tienes un antojo de patatas fritas quizás es que te apetece masticar para liberar el estrés y la tensión de la jornada de trabajo, o si se te antoja un helado puede que estés buscando esa textura cremosa y suave que llena algún espacio vacío en tu vida.

Una vez tengas mejor idea de lo que de verdad estás necesitando estarás mejor equipado/a para realizar una elección consciente. Quizás masajear tu mandíbula, minimizar la causa del estrés o visitar a un amigo sea lo que de verdad necesitas. Con un poco de esfuerzo, esta exploración puede ayudarte a crear consciencia de la diferencia entre el hambre real y el hambre emocional, y esto te ayudará a parar el ciclo de malos hábitos que conducen a los antojos, aumentar de peso y, en definitiva, a la mala salud. Cuando tengas hambre recuerda esto:

hambre real o emocional

Deja de contar calorías y “nutrientes”, porque esto hace que te salgas de tu cuerpo y te metas en tu cabeza, es decir, estás midiendo tu hambre de acuerdo a tu intelecto en lugar de seguir las indicaciones de tu cuerpo. Esto de niño/a no lo hacías.

Estar presente. A menudo nos pasamos los días en un estado de semi-consciencia, sin estar de verdad presentes en lo que estamos haciendo en ese momento, en nuestro entorno, en la tierra o en nuestros cuerpos. Y cuando no estamos en nuestros cuerpos no podemos sentir si estamos hambrientos o llenos. Sintoniza con tu cuerpo y con tu estómago: ¿Tienes más hambre de verdad? ¿Le sentará bien a tu estómago si te tomas el trozo de pastel ahora o es mejor dejarlo para otro momento?Cuando conectas con las sensaciones de tu estómago empiezas a identificar tu verdadera hambre.

Consejos para lidiar con el hambre emocional

  • Primero bebe agua, agua de coco, agua con limón o una infusión sin teína. De esta manera te hidratarás y a la vez ayudarás a los intestinos a ponerte en movimiento y eliminar toxinas.
  • Segundo, ves a dar un paseo, llama a un amigo, escribe, termina un proyecto de trabajo, o simplemente quédate con este sentimiento y deja que primero suba y luego baje de forma natural (que inevitablemente lo hará) sin haber ingerido ningún alimento. Podrás sentir la sensación de poder que viene de este cambio; ¡Es increíble!
  • Si es inevitabe que comas algo, escoge algún snack saludable que te apetezca. Te doy ideas más abajo.

 Consejos para lidiar con el hambre real

  • Desayuna, come y cena en un ambiente sereno y sin distracciones de una manera consciente.
  • Mastica bien los alimentos.
  • Entre horas, tómate un snack saludable.

Posibles snacks saludables

Crujientes

·       Manzanas

·       Tortitas de arroz (puedes untarlas humus o paté vegetal si las  quieres salado, o mermelada ecológica sin azúcar añadido si las quieres dulce).

·       Palomitas de maíz sin grasa: usa aceite de coco en un recipiente con tapa.

·       Zanahorias (particularmente las ecológicas y jóvenes que son súper dulces).

·       Verduras crudas con salsa (humus, mutabal).

·       Apio con mantequilla de almendra.

·       Nueces o almedras y manzana.

Dulces

·       Tostada de pan integral con mermelada ecológica sin azúcar.

·       Fruta fresca de temporada.

·       Pan de dátiles con mermelada sin azúcar o pan de jengibre.

·       Yogurt vegano o helado de yogurt sin azúcar ecológico: ¡congela el yogurt y hazlo  tú misma!

·       Zumos de frutas recién exprimidos: hazlo tú misma y prueba diferentes combinaciones.

·       Verduras dulces hechas al horno con canela, sobretodo la calabaza. Córtalas en trozos o tiras, espolvoréalas con canela y ponlas a hornear unos 20 minutos.

·       Dátiles rellenos con mantequilla de almendra o de otro fruto seco.

·       Un poquito de chocolate negro orgánico o de algarroba sin azúcar.

Salados

·       Aceitunas.

·       Pepinillos y vegetales encurtidos, como zanahoria, rábano chino, remolacha,     cebolletas.

·       Humus con verduras crudas.

·       Verduras al vapor con salsa de soja tamari/shoyu o vinagre umeboshi.

·       Guacamole recién hecho.

·       Chucrut: También te quitará el antojo por algo dulce.

·       Zumo fresco de lima o limón como sazonador o como bebida.

·       Edamame salado.

Cremosos

·       Aguacates.

·       Leche de coco.

·       Salsas y pastas para untar, como humus y mutabal.

·       Sopas en puré.

·       Yogurts veganos hechos con aguacate o plátano machacado, caqui, coco, etc.

6 comentarios

  1. Todo muy cierto… Pero dificil de lidiar con un bebé en casa…. A veces no somos perfectos y permitienls tener un poco de hambre «emocional» durante una temporada creo que es hasta saludable (teniendo en cuenta que el objetivo es descansar, pero mientras se espera el momento…)

  2. Hola! En ocasiones se come más por el hambre emocional que el real. Este estilo de vida moderno, trabajos estresantes, etc… provocan mucha ansiedad en ocasiones. Y la comida suele ser una via de escape. Un saludo y gran artículo.

  3. Muy interesante y cierto. La verdad que actualmente mi mayor combate es por combatir la sensación de hambre tras un día de trabajo muy largo o muy estresante. Es cierto que hay que pararse a «dialogar» con tu sentimiento, y a veces ni con esas 🙂
    Yo añadiría el Kéfir en los snacks, suelo utilizarlo para calmar esa sensación.

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