La mejor carta de AMOR que puedes escribir

Las cartas de amor son una herramienta valiosísima para expresar nuestros sentimientos a las personas que queremos, para estrechar los vínculos afectivos con ellas y decir cosas que a veces nos cuestan decir cara a cara, por vergüenza, timidez, miedo al rechazo, o cualquier otro motivo.

La palabra tiene un poder sanador increíble, pero no sólo la palabra hablada, también la escrita. Por eso hoy quiero proponerte que escribas una carta de amor a tu cuerpo.

Nuestro cuerpo hace unas funciones maravillosas: late, transporta la sangre, nos posibilita andar y viajar a lugares desconocidos, nos permite respirar y nos acelera la respiración para indicarnos cuando hay un miedo, digiere la comida aún a pesar de darle alimentos que le dañan… Quizás debemos darle las gracias, ¿no?

A día de hoy el AMOR y el RESPETO hacia mi cuerpo es incondicional, es siempre igual pese un quilo más o un quilo menos, esté hinchada o no, o me haya salido un grano o tenga la piel como la de un bebé. Quizás ya sabes que en mi caso no siempre fue así. Si yo he podido sanar la relación con mi cuerpo, con mi feminidad y los trastornos de alimentación y el hambre emocional TÚ PUEDES.

Como ya no me avergüenzo de mi pasado porque me acepto y quiero a mi misma por todo lo que soy y he sido, comparto contigo una carta que escribí durante mi proceso de sanción. Sé que no se corresponde para nada con la que escribiría a día de hoy, pero me apetece que la leas.

Querido cuerpo,

La verdad es que no sé si estoy aún en disposición de pedirte perdón. Creo que por primera vez estoy aprendiendo a escuchar tus necesidades. ¡Te he hecho tantísimo daño! Te he maltratado, ¡lo sé! Te he hecho pasar por todo lo malo que he podido: en mi niñez ya no te daba todos los biberones que decían los médicos, en mi pre-adolescencia te utilicé para llamar la atención de mi familia y castigarlos por el dolor sufrido a base de no darte ni un gramo de comida pero sí un cigarrillo tras otro, “superado” esto me dediqué a darte todo tipo de sustancias nocivas para ti y eso te debilitó, pero yo no lo veía… así que empecé a tomar pastillas para el estómago bajo la supervisión de mi médico. Después de todo esto, un día mi cuerpo estalló, y empezaron los ataques de pánico, las crisis de ansiedad, la agorafobia… y los médicos sólo sabían tratarlo con pastillas. Por suerte, mi intuición me dijo que la solución no estaba en las pastillas, sino en llamar a la puerta de la que ha sido durante muchos años mi psicóloga/psicoanalista, que me ayudó a entender mi autodestrucción.

Hoy en día arrastro consecuencias de mis etapas anteriores: mi ovarios se enquistaron y así siguen, mi salud digestiva la tengo que cuidar muchísimo y mi sistema nervioso está aún un poco alterado, cosa que hace que mi cuerpo se vea flaco. Por otro lado, actualmente vivo en una eterna dicotomía y dualidad: por un lado ingiero comida muy sana pero por otro lado no consigo conectar con mi cuerpo y aceptar tal y como es o luchar por un cuerpo distinto. ¿Me gustan mis escasos 40 kilos o quiero engordar un poquito? Y, si así fuera, ¿por qué no lo consigo? Que parte de mi se resiste a ello? Aún no tengo respuestas. Hoy, sin ir más lejos, he tenido una pesadilla respecto a esto, cosa que sucede a menudo. Así pues, la desconexión con mi cuerpo aún no está curada del todo, pero lucho cada día por ir superándolo y dejar de utilizarlo como herramienta para transmitir dolor y mi afán de (auto)control.

Repasando lo que acabo de escribir me doy cuenta que hay un momento en mi carta en el que dejo de dirigirme personalmente a mi cuerpo para hacerlo en tercera persona, como un ente a parte. Eso me llama la atención y a la vez plasma lo que estaba escribiendo segundos antes: que aún no sé cómo es mi cuerpo, ni si me gusta ni qué espero de él. Por suerte, gracias a mi actual coach, he aprendido a no culparme y juzgarme por todo sino a verme con curiosidad. Así pues, no voy a autoflajearme por no ser capaz aún de escribir una carta de amor a mi cuerpo, sino que de ello voy a aprender que tengo que continuar trabajando este aspecto de mi vida, porque supongo que hasta que no consiga estar en paz y harmonía con mi cuerpo no voy a llegar a mi plena felicidad. Ni mi comida vegetariana, energética y ecológica me sirven de nada si no lo acompaño de amor a mi cuerpo. No es así?

Besos,

Nuria

3 comentarios

  1. Hola Núria,

    has sido muy valiente por mostrarnos esta carta.

    Ciertamente no solemos hablar muy bien a nuestro cuerpo.

    Periódicamente me gusta hacer una meditación que consiste en dar las gracias a cada una de las partes de nuestro cuerpo por lo que hacen por nosotros y no valoramos. Parte por parte.

    Gracias por hacernos recordar la importancia de tratarnos bien, no solo por fuera, sino también por dentro.

    Séfora.

  2. Pingback: #11 28/06/2017 – MI ANOREXIA

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