De bien pequeños ya nos “obligan” a estar rodeados de otros niños, a saber compartir nuestros juguetes, a decir hola y adiós por educación, o incluso a dar besos, aunque no queramos. La Soledad es una de las emociones y sensaciones que más miedo nos da y que no nos enseñan a gestionar.
Si vemos a un niño jugando solo en el parque nos da pena e intentamos que se una a nuestro grupito, aunque él no muestre interés. El otro niño, para no estar solo y poder jugar con alguien, acepta unirse a nuestro grupo de niños aunque seamos unos desconocidos. Y es que desde muy temprana edad nos creemos que estar solos no es bueno y que estaremos mejor en compañía, así que hacemos un esfuerzo para integrarnos y ser aceptados.
Pero la realidad es que nacemos solos y morimos solos, y que uno de los aprendizajes de la vida es saber darnos amor a nosotros mismos y no buscar fuera aquello que sólo podemos encontrar dentro. Lo cierto es que las primeras personas que nos tienen que enseñar esto con su ejemplo porque los miramos y nos proyectamos en ellos, nuestros padres, muy a menudo no tienen este aprendizaje hecho. Y, por lo tanto, aprendemos lo mismo que ellos: a tener miedo de la soledad y a crear relaciones de apego con la gente.
La soledad nos acompaña siempre, así que cambiar la creencia limitante de relacionarla con algo negativo y hacernos amiga de ella es de las cosas más bonitas que podemos hacer para nosotros mismos cuando queremos vivir con bienestar y paz interior. Aprender a disfrutar de nuestra soledad nos hace crecer más fuertes interiormente, a adquirir poder personal, a sanar nuestra mente y a no caer en relaciones tóxicas o de apego, por ejemplo.
Pocas personas saben disfrutar de la soledad, ya que aunque parezca que son capaces de vivir o viajar solas están todo el rato buscando como ocupar su tiempo o evitando el silencio, como ver la tele, conectarse continuamente al móvil, hacer “multitasking”, etc. Estar solo es estar conectado con tu interior sabiendo escuchar lo que manifiesta y dejar sentir tus sentimientos, ya sean de tristeza, alegría, decepción, ansiedad, etc. Se trata de no evadirnos de nuestro mundo interno, de no tener miedo que afloren sentimientos y de poder sostenerlos nosotros mismos, sin nadie más que los “afloje” o nos evada de ellos.
Cuando dejas de necesitar a alguien a tu lado para que tape tu sentimiento de soledad o para tener una excusa para evadirte de ti mismo es precioso, porque te estás dando el mejor amor que podrás darte jamás, que es el tuyo. Las personas, los viajes, los objetos,… son solo complementos de la vida que se te van dando para que vayas aprendiendo el verdadero camino, el del amor que hay en ti. Date cuenta que no necesitas nada más que a ti mismo para dejar de sentirte solo, y que los otros simplemente cumplen una sensación de compañía que es superficial, transitoria y mutable.
¿Por qué da miedo estar solo? La soledad es sana
Ya lo hemos dicho antes, nos han acostumbrado de bien pequeños a no aceptar la soledad y crecemos con miedo. Esto hace que nos acabemos rodeando de gente, a veces tóxica, sólo por el hecho de no estar solos (exteriormente) y así aún nos sentimos más solos (interiormente).
Tenemos miedo a sentir soledad y encima tenemos miedo de decir en voz alta que nos sentimos solos porque aceptarlo sabemos que solo nos puede llevar por el proceso de ser más conscientes de ello y, por lo tanto, vivirlo con más intensidad mientras que no aprendemos a dejar de tenerle miedo. Así que preferimos quedarnos en nuestra zona de confort, encender el televisor, conectarnos a internet o quedar con un amigo y hacer ver que no pada nada. Sobrevivimos como podemos durante el máximo tiempo que aguantamos así. Pero la realidad es que NADIE excepto tu mismo te puede salvar de nada y que la felicidad llega en cuanto lo aceptamos y nos atrevemos a sentirlo conscientemente.
Cuando por fin te hayas permitido pasar por ese proceso de reconocer la soledad y dejar de tenerle miedo en tu vida desaparecerán de tu manera de pensar frases como “sin ti no soy nada”, “si me dejas me moriré”, “no tengo amigos”, “mi vida tiene sentido ahora que estás tu”, “soy un marginado” o “nadie me quiere”, por ejemplo.
Si tu estás bien solo y alguien se cruza en tu camino y te acompaña un tiempo genial, pero ese camino es el tuyo y tu lo vas a seguir andando solo contigo mismo hasta la muerte, con o sin compañías externas. No dejes que nadie te desvíe ni te saque de tu propósito de vida. Sé fiel contigo mismo y estarás más rodeado que nunca.
Los miedos sólo se asumen afrontándolos, ¡así que siente el miedo y hazlo igualmente!