¿Quieres ser perfecta? ¡Yo ya no lo quiero más!

Me pasé muchos años de mi vida queriendo ser y hacer las cosas perfectas, pero viendo a la vez que la mayoría de veces, por querer hacer las cosas perfectas, no terminaba haciendo nada. De hecho, lo único que conseguía era quedarme bloqueada y consumir el tiempo inútilmente analizando cada una de las posibles opciones y sus consecuencias para intentar llegar a la conclusión de cual sería  “la decisión perfecta”.

No sé si te ha pasado alguna vez, pero cuando el perfeccionismo se apodera de ti te impide tomar decisiones más o menos importantes como emprender un nuevo trabajo, cambiar hábitos de vida, hacerte valorar ante los demás y por supuesto te impide reconocer tus propios errores, incluso no te deja disfrutar de un buen descanso y de unas merecidas vacaciones, te impide verte guapa para sólo centrarte en las pequeñas imperfecciones que te hacen única y bella.

Pero, ¿qué significa ser perfecta? ¿Qué es la perfección? Que concepto tan absurdo ¿verdad? si te lo planteas así. ¿Significa ser una persona que nunca se equivoca? ¿Significa que tus decisiones parezcan bien a todo el mundo, incluido por supuesto a ti misma? ¿Equivale a tener un “cuerpo 10” según unos estándares inventados por alguien dentro de la industria de la moda? Si todas y cada una de nosotras sabemos que es imposible, ¿por qué nos empeñamos en querer ser perfectas? ¿Qué buscamos con ello? Quizás estamos tan desconectadas de nosotras mismas que ponemos toda nuestra atención en eso en lugar de ponerla en donde se merece. ¡Se me ocurren tantas hipótesis! Pero como estoy segura que eso ya te lo has planteado muchas veces, hoy quiero compartir contigo cómo decidí que ya no quería ser perfecta nunca más.

La verdad es que de repente todo fue muy fácil. No tuve que leer ningún libro de autoayuda, ni un artículo con los 4 simples pasos para liberarte del perfeccionismo ni las 10 mejores recetas para perderlo, simplemente dediqué media hora de un lluvioso día a buscar la verdad de mi perfeccionismo y lo dejé ir. En mi caso el perfeccionismo era un objetivo limitador que me ponía yo misma para boicotear mi felicidad y crecimiento personal. El ideal que me marcaba y debía alcanzar en realidad no existía. Era un modo de buscar validación ¿de quién? ¿de papá? ¿de los demás? ¿de mí misma? y estar perpetuamente insatisfecha. Al darme cuenta de esto y cambiar el foco de atención en sólo querer ser feliz y amarme a mi misma, el perfeccionismo dejó de tener cabida en mi vida y se descompuso al momento, se fue de forma natural.

Aunque suene a demasiado fácil, es así de cierto. Si en tu estilo de vida no das cabida a un concepto, este desaparece, se esfuma, porque nada puede existir en este mundo si no está en la mente o pensamientos de las personas.

Me gustaría que encontraras 30 minutos para connectar contigo misma y dejar ir el perfeccionismo, porque es lo que te mereces.