No son lo mismo: Sal marina vs sal refinada

Vayamos por partes. La sal es cloruro sódico, y la fuente principal de sodio en nuestra dieta es la sal común. El sodio es un mineral con un papel esencial a la hora de repartir el agua por las células del cuerpo y de generar la transmisión nerviosa hacia al cerebro, así como para la relajación muscular. Una falta de sodio provoca náuseas, vómitos, rampas, alteraciones visuales y dolor de cabeza. Los alimentos salados nos ayudan a compensar los dulces y a remontar las bajadas de tensión. El cuerpo necesita la sal para digerir los carbohidratos de manera apropiada. La presencia de sal natural hace que la saliva y las secreciones gástricas puedan procesar con facilidad la fibra de los carbohidratos. La apetencia por alimentos salados, por otro lado, podría indicar una falta de minerales. La sal, por lo tanto, es imprescindible, pero solo en cantidades pequeñas.

Exceso de sal

¿Cuántas veces ponéis sal en la cocina? ¿Y a los platos? La OMS recomienda 5 g de sal diarios; o sea, 1 cucharadita de café. Empezad a contar y veréis como os habréis pasado. Si además, a esto le sumamos la sal que contienen los alimentos, es lógico que el total de sal consumida al día sea el doble de lo que recomienda la OMS.

¿Sal escondida?

Solo el 20% de la sal que ingerimos proviene de la sal de sobremesa; es decir, el 80% está en los alimentos. Por lo tanto, es incluso más adecuado fijarnos en la sal que contiene lo que compramos, con especial cuidado las personas que compran alimentos precocinados, congelados, conservas, embutidos, carnes preparadas, fumados, aceitunas, quesos, aperitivos, snacks, caldos, sopas, cremas preparadas, frutos secos salados, galletas, cereales de desayuno, tostadas, palitos, cuscurros, salsas y bollería.

Evitando todos estos alimentos procesados reducirás las posibilidades de hipertensión, retención de líquidos, varices, mal funcionamiento renal, trastornos gástricos, problemas óseos, insuficiencia cardíaca, infartos e ictus, y aumentaremos la esperanza de vida.

Sal refinada

La sal refinada que se usan en los alimentos procesados o que encontramos en bares y restaurantes ha sufrido un proceso de refinación industrial que pasa por temperaturas elevadísimas que alteran su estructura y restan sus contenidos nutricionales. La blanquean e incluyen sustancias para convertirla en un producto “limpio e higiénico”. Sustancias resultantes del yodo, el coaluminato de sodio, el fluoruro de bicarbonato sódico, cantidades tóxicas de yoduro de potasio, dextrosa, carbonato cálcico, agentes antiaglutinantes y derivados del aluminio. El resultado es un producto que se aleja de la sal natural rica en minerales, que es más destinada a fines industriales que alimentarios.

¿Sabías que la sal marina natural contiene 92 minerales esenciales, mientras que la sal marina adulterada sólo contiene dos elementos, el sodio (Na) y cloro (Cl)?

¿Qué sal debemos tener en la cocina?

  • Sal marina sin refinar.
  • Sal del Himalaya, de tono rosado: hace 250 millones de años que la sal marina quedo cristalizada y acumulada en los yacimientos de montaña, por lo tanto se conserva de forma más natural y pura.
  • Sal de Hierbas: sal marina mezclada con verduras y hierbas aromáticas como el apio, el puerro, la cebolla, el perejil, el ajo, el romero, el tomillo y el alga Kelp que combina aún más principios activos y propiedades terapéuticas.
  • Vinagre de umeboshi. Sirve para aliñar los platos en sustitución de la sal marina sin refinar.

Otras sales que podemos encontrar en el mercado son:

  • Sal marina yodada: el déficit de yodo está relacionado con hipotiroidismo, bocio, y alteración de la función mental.
  • Sal fluorada: en este caso, la OMS, en 2005, determina la posibilidad de enriquecer la sal con flúor como método preventivo de caries dental; pero tampoco nos conviene un exceso de flúor. El cuerpo no puede metabolizar una “suplementación” constante de yoduros y fluoruros (responsables de la formación de nitratos en el estómago).

Sustitutos de la sal

Podemos introducir algas, condimentos como las especias, el agua de mar (una tercera parte del agua a usar) y el vinagre de umeboshi.

9 comentarios

  1. Hola Nuria!
    Gracias por la información, muy completa. Me gustaría añadir que tanto las sales iodada como la fluorada son muy perjudiciales para nuestro organismo. El iodo y el fluor que se añaden no tienen nada que ver con los que se encuentran presentes de forma natural en los alimentos y desequilibran todo nuestro organismo.

    Un abrazo y que disfrutes mucho de tu descanso.

    Love

    Eva

    1. EL MEJOR ARTICULO SOBRE LA SAL QUE HE LEIDO, AUN ASI ES CORTO Y SE PODIA AMPLIAR CON LA COMPOSICION MINERAL, TANTO DE LA TOXICA COMO LA NATURAL, SALUDOS

  2. Hola Nuria, muy buena explicación, sólo me chirría esta frase «La sal, por lo tanto, es imprescindible, pero solo en cantidades pequeñas.» con la que estoy en total desacuerdo. Ingerir sal no es imprescindible, es más, lo deseable es no ingerirla. Lo que sí necesita nuestro cuerpo es Sodio (Na) y este lo encontramos en muchos vegetales, como el apio, por ejemplo. Lo que es recomendable es un alto consumo de verduras en general, y en particular las altas en sodio y no el consumo de ningún tipo de sal. Pero…. si la vais a consumir de todas maneras, efectivamente, tal como dices, que sea poca y que sea marina sin refinar.

  3. La sal natural es necesaria para el buen funcionamiento del cerebro. El flúor es un veneno, hace el efecto contrario. Mejor natural, sin aditivos.

  4. Existe la sal marina cien por cien natural, sin refinar, que aúnque pueda llevar yodo, está en cantidades equilibradas con el resto de elementos y el cuerpo lo puede sintetizar sin esfuerzo. Pero en ningún caso sustituye al tratamiento con
    Yodo radiactivo. Aunque para el cuerpo es más beneficiosa en general, tanto en salud como en enfermedad.
    Hay otra sal que es de agua dulce que no lleva yodo, por si te sirve.

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